domingo, 7 de marzo de 2010

No son ellos, eres tú, somos nostros

No lo dudo, nadie debería hacerlo, el efecto de los acontecimientos históricos, y quizá el adjetivo "históricos" sea innecesario, es de un peso y una importancia incuestionables. El devenir de las situaciones particulares, enlazadas suavemente por un fino hilo de causalidad y alteración han formado un enorme mosaico que compone lo que, a rasgos generales, puede entenderse como nuestro mundo. Por supuesto, la clasificación y definición exacta de cada pieza y su relación con el resto de hebras resulta inabarcable, siendo incluso peligroso el pretender comprender la complejidad de las interconexiones que estructuran la realidad en su completud. Nosotros observamos un cuerpo animal, se trate de una especie u otra, y con ciencia y paciencia, podemos llegar a conocer cada huesecito o cada fibra muscular que estipula su cuerpo. Pretender seguir una misma actitud en el estudio de los documentos históricos es caer en la necedad de alterar y articular la memoria en torno a hipótesis que bien pueden encontrar como sinónimo la palabra "prejuicio". Es inevitable hacerlo, pero precisamente por su necesidad, hagámoslo con delicadeza y prudencia.

No podemos empequeñecer y arrinconar cada ego y cada personalidad particular al analizar a la sociedad en grupos o subgrupos considerados como entes uniformes, lineales y monocromos. Es posible concebir una conciencia individual en pasados remotos regidos por poderes absolutistas en la que el sentimiento de pertenencia alcanzaba un grado ya inimaginable, entenderse, quiero decir, a uno mismo, como simple pieza del puzzle en sus entido más radical, como una fibra muscular, totalmente indivisible y dependiente del cuerpo. Mucho ha transcurrido desde que el hombre se comprende como ser autónomo e independiente que mantiene relaciones sociales y alcanza grandes contratos o acuerdos en vistas al bien común, situándose, como realidad que sustenta la preferencia por ese bien común, la necesidad de satisfacción e integridad personal. Ya no somos una unidad en sí, somos una unidad representada para poder sobrevivir como muchos. Pero considero que, perspectivismo y solipsismo a parte, nunca fuimos de otro modo. La interpretación de la existencia propia pudo ser distinta, pero la esencia de la misma nunca cambió, la necesidad de supervivencia, la pretensión de crecimiento y dominación y el deseo, libidinal o no, transcendente o inmanente, de la fisiología.

En la antigua Grecia ya se establecían ideologías políticas diversas, muchas partidarias del fascismo, otras democráticas, también aristocráticas, defensoras de una élite gobernante. Los ciudadanos dominantes pagaban a buenos maestros en retórica para pdoer alcanzar buenas posiciones sociales, y los artistas mutaban su yo en obras que aún maravillan al mundo. Ulises o Aquiles son héroes, su vida es un gran relato formado por numerosas aventuras conectadas entre sí, los hombres de aquella era se entendían del mismo modo, estuviesen oprimidos por una gran fuerza social o no, su vida era como la nuestra, un gran relato en el que diversas aventuras se suceden. Los esclavos de Roma, decidieron enrolarse en la nueva religión, y muchos, rebelarse y actuar clandestinamente. Gracias a su dios, eran una persona, poseían dignidad y obtenían el derecho a entender su vida como un relato. Hoy esta concepción de la existencia está totalmente generalizado, los blogs, el arte urbano, el vandalismo callejero, las libertades individuales...En este mismo día, en el País Semanal, un reportaje hablaba de los soldados americanos que transformaban sus vivencias en Irak o Afganistán en relatos o crudas poesías. ¿No harían lo mismo los soldados del mundo antiguo? Eran hombres en su mayoría anlfabetos y en absoluto refinados y sensibilizados, pero en cuanto uno de elllos tuviese conocimiento de las letras, en cuanto estuviese experimentado en el arte de la introspección, sin duda la reacción ante las brutalidades de la guerra sería la misma, la canalización o sublimación de los sentimientos internos en palabras, textos o figuras de posible gran belleza.

Todos tenemos voz y alguien que la escuche, también los que antaño fueron "sinvoz", todos somos ya alguien, y podemos disfrutar y vivir siendo respetados, o, por desgracia, sublimando nuestra necesidad hedonsita en un consumismo adictivo. Hoy no tenemos derecho a la queja por la censura, ya no, somos más libres que nunca, más capaces, todos somos Aquiles, todos somos ciudadanos griegos, pero también hoy, siglos y siglos después, existen un amplio sector social que no forma parte de la ciudadanía, que no tienen voz, que no tienen derechos. Sal a la calle, están a tu alrededor, algunos roban, otros trabajan en la construcción de nuestras infraestructuras, muchos venden discos pirata, siempre ilegalmente, siempre criminalmente, desestabilizando tu status quo, siempre mudos, sin relato, como esclavos del Imperio. Repito, somos libres, tenemos voz, si no legamos nuestros privilegios ni los extendemos, no culpemos al sistema, al modelo impuesto, a "ellos", los demás, los que no son yo. El sistema permite este texto, el sistema somos nosotros. Cambiemos nostros y cambiará el resto.

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