miércoles, 28 de octubre de 2009

A Benedetti

UTOPÍAS
 
     Cómo voy a creer / dijo el fulano
     que el mundo se quedó sin utopías

     cómo voy a creer
     que la esperanza es un olvido
     o que el placer una tristeza

     cómo voy a creer / dijo el fulano
     que el universo es una ruina
     aunque lo sea
     o que la muerte es el silencio
     aunque lo sea

     cómo voy a creer
     que el horizonte es la frontera
     que el mar es nadie
     que la noche es nada

     cómo voy a creer / dijo el fulano
     que tu cuerpo / mengana
     no es algo más de lo que palpo
     o que tu amor
     ese remoto amor que me destinas
     no es el desnudo de tus ojos
     la parsimonia de tus manos
     cómo voy a creer / mengana austral
     que sos tan sólo lo que miro
     acaricio o penetro

     cómo voy a creer / dijo el fulano
     que la útopia ya no existe
     si vos / mengana dulce
     osada / eterna
     si vos / sos mi utopía.

Benedetti


Humana, tan vital y cercana como podrían ser los consejos de un padre, o quizá mejor, los de un abuelo. Así es su poesía. Consigue que ames, no sólo a toda la hermosura que te rodea, sino al mismo poeta, que con sus vivencias, pillerias o estrategias, produce bellos mundos en los que introducirse. Mundos que a cada ojo son distintos, a cada mirada un espejo de su alma. Pero son sencillos, aptos, alcanzables. Todos podemos beber de ellos. No existe aristocracia, si acaso, la del humano, la del que siente. Sólo él reina, y no se atrevan a jugar semejante posición.
Si el que escribe es un sabio, no pretende exhibirse como tal, no es ese su modo de alimentar su vanidad. Es sólo el detalle, la simple brisa del viento, el canto de un pájaro cercano, la mirada furtiva. Es el detalle el que engrandece a este demiurgo. Él estremece el cuerpo con la melancolía del recuerdo olvidado que aflora, como las amapolas en primavera. Cada verso, calmado o convulso, una sonrisa por la vida nueva, una lágrima por la perdida.
Su cercanía al pueblo pudo molestar a artistas distanciados, ambiciosos de diferencia, deseosos de altura, ávidos de avidez. Quizá no tan monstruosos como he gustado de pintarlos, quizá inexistentes al imaginarlos. Pero sabedores, de que este hombre, ya lejano, les superó no por fasto y despampano, sino por siempre haber...amado.

A Benedetti, gran desconocido, cuyo retrato formé a partir de escasa y dudosa información y una muy pequeña parte de su antología literaria. Grande.

5 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. No soy el centro del mundo, pero si soy el centro de mi mundo. Si el centro de mi mundo soy yo, y este mundo no se mueve, únicamente puedo buscar respuestas desesperadamente, hasta llegar a comprender por qué mi vida carece de algún tipo de motivación.

    Lo siento si resulto irritante.. y gracias por dedicar unos minutos a contestar.

    Me gusta mucho tu blog.

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  3. Lamento mucho si mi entrada te ha hecho sentirte aludido, pero no era por ti, tranquilo.
    Sé de sobra que no es tu culpa, es obvio.


    Si, te conozco, pero sólo superficialmente.
    Llegué a tu blog.. buscando.

    ¿Satisfecho con la respuesta?

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