domingo, 25 de octubre de 2009

Ejercicio estético: Voz agrietada y deseo sexual frustrado.

Oscuro. Me encanta empezar a narrar lo que voy a contar con un adjetivo. Nadie puede imaginar de que voy a hablar. ¿Oscuro día? ¿Oscuro mar?
Oscuro antro. Oscuro y sucio era el antro en el que me metía entre pecho y espalda dosificadas dosis de la droga preferida por las masas, el alcohol, concretamente, cerveza. Bendita bebida obtenida tras la fermentación del azúcar de malta. La obtención de este azúcar de los cereales y el posterior tratamiento que produce esta maravillosa bebida ya es mucho más antiguo que Jesucristo, y los egipcios, que parecen tan serios en sus sarcófagos, ya se ponían contentos con este orín alcohólico.
¿Y a quién le importa?

Sucio. El rincón que me he agenciado para disfrutar de mi incipiente embriaguez, está sucio. Mejor dicho. Este maldito lugar está lleno de mierda.
Hay gente que no soporta esos lugares cargados, llenos de humo y gente, donde al hablar ya estás tragándote el humo de alguien. Ese tipo de gente no podría soportar este antro. El humo forma parte aquí del oxigeno que se respira. La oscuridad no permite apreciarlo demasiado, aunque frente a mí hay diversos focos que escupen una luz amarillenta muy tenue, donde se puede observar el humo danzando, formando figuras efímeras. Me pregunto si seré el único que encuentra bello el humo moviéndose bajo esas luces. Me pregunto si alguien al verlo pensará "¡Carpe diem!".

La bebida gotea por la jarra y cae a la mesa, donde forma un pequeño charco. Una luna creciente formada por restos de alcohol que se ríe de mí. Noto que también gotea cerveza por mi boca. Me acerco la mano a la cara y la estrujo desde la boca a la barbilla quitándome cualquier resto de líquido. Noto por el tacto que debo llevar ya tres días sin afeitarme.

El sitio está bastante lleno de gente. Todos unos capullos.
A pesar de las aglomeraciones me gusta este antro por lo barato de sus jarras de cerveza y por la música que se escucha. Blues. El Blues proviene de África, y surgió al unirse ciertas tradiciones musicales del castigado continente con la música blanca en América. ¿Y a quién cojones le importa?

Debo estar ya bastante más ciego de lo que pensaba. A mi izquierda, en el otro rincón oscuro de la estancia, hay una mesa ocupada por un gordo vestido con una chupa de cuero y una mujer obsequiándonos con su escote de interesantes proporciones, vestida como una auténtica puta. ¿Me ha guiñado el ojo o me lo he imaginado?
Pronto descubro que no viste como una puta por casualidad. ¿Qué esperabais en un antro oscuro y sucio donde suena música de pobres? ¿flores y mariposas?

Si, esta mesa arrinconada es el mejor sitio si uno busca emborracharse con tranquilidad, sin tener que soportar las estúpidas conversaciones ajenas y pudiendo concentrarme en mis pensamientos. Uno puede estar rodeado de tanta gente y sin embargo estar solo. ¿Cómo es posible? ¿Acaso estar solo no es perderse en un desierto? A estas alturas es bastante innecesario contestarse a preguntas así. Digamos que nuestra mente es ese desierto, y nadie puede acompañarnos por el mismo. A veces me gustaría que alguien pudiese ver el desierto, pisar la arena y sentir el viento árido. Pero lo máximo que puedo hacer es contarle a alguien como es ese viento árido. Probablemente a ese alguien le importe el viento árido tanto como la procedencia del Blues o la fermentación del azúcar de malta. La gente es egoísta, y no puedo quejarme, porque yo también lo soy.

Para estar perdiendo el equilibrio, mi raciocinio no parece andar nada mal.

Hoy estoy solo, no solo en el desierto, como todos. Si no físicamente. Pero no necesito a estúpidos interesados que no sean capaces de comprender cuán árido es el viento.
Algunos se evaden de la realidad viendo la televisión, otros leyendo, otros follan. Después están los que quedan con los amigos y se emborrachan juntos, riéndose unos de otros, dejando al hígado de lado y anudando los lazos de la amistad aún mas fuertemente. Yo, que no me relaciono fácilmente con la gente, prefiero hacerlo solo.

De todas formas no es la borrachera lo que más me atrae en sí, no voy todas las noches a un antro sólo para alcanzar ese estado de inconsciencia consciente que resulta tan agradable como insana. Para ello no necesitaría salir de mi barrio, ni siquiera de mi propia pocilga, o casa, como lo llaman algunos.
A mí lo que realmente me gusta más tampoco es sentarme a meditar y pensar sobre mi vida, ya lo hago demasiado, continuamente. Lo que realmente me gusta de estas noches es percibir y sentir. Como si se tratase de una galería de arte, yo me presento cada noche en un bar. Donde la gente ve humo, yo veo figuras que me transmiten mensajes. Donde la gente ve manchas de alcohol, yo veo astros que me traen malos recuerdos. La gente oye música, yo la siento entrar por mi cuerpo y fluir por él. Cada nota de la armónica retumba en mi pecho y expira por mis fosas nasales. Las luces y los colores cambian en todo momento, y cada objeto, cada mesa, cada cerveza, cada escote de puta que hay a mi alrededor, contiene cientos de colores que vuelan hacia mi retina y estimulan mi mente, como si la golpeasen. Esta es mi forma de evadirme, otros ven la tele, otros follan...
Supongo que si no fuese pedo sería más difícil.

Puedo liberarme de todos esos malditos pensamientos que atormentan a uno, aspirar el humo y sentirme más vivo que nunca. Quizá podría hacer esto sin beber, quizá podría hacer esto en el campo. Quizá podría aspirar aire puro cuya esencia es el agua salada del mar. Pero eso me traería malos recuerdos. Lo hago en lugares donde tu nunca estarías, y puedo sentir lo mismo, puedo sentirme tan vivo aspirando humo en un bar de mala muerte que aire en la playa. Y si antes me ayudaba tu presencia, ahora lo que me atonta es el alcohol.

Tambaleándome me dirijo a la barra y le pago a la camarera. Una chica muy mona, rubia, joven, guapa.
-¿Sabías que el Blues proviene de África?-le digo, algo gangoso.
La chica me sonríe falsamente y con su mirada me suelta un “lárgate borracho apestoso”
Me quedo mirándola un rato, esperando algún tipo de respuesta. No sé porque le he dicho nada, supongo que es cierto que el alcohol hace amigos. De todas formas tiene pinta de ser lo suficientemente estúpida para no saber lo que es África. Además, ¿a quién coño le importa de donde proviene el Blues? A mí cuando me lo contaste.

Me alejé del bar lentamente, adentrándome por un maloliente callejón muy adecuado para violaciones, atracos y derivados.

Cuando te das cuenta de que has perdido algo, un libro, un pantalón, te molesta, pero no te importa demasiado. Pero a veces, a veces lees un libro, o ves una película, y de alguna forma los haces tuyos. A veces un pantalón pasa a formar parte de tu personalidad, una marca de ti, como un lunar, o un rasgo marcado de tu rostro.
Si pierdes ese libro, si pierdes ese lunar o ese rasgo marcado de tu rostro, te cagas en la puta de manera inmediata, y no puedes evitar echarlos de menos. Pero eso pasa, los mutilados aprenden a vivir sin piernas, lo superan. Yo solo tengo que esperar. Puede ser que lo que necesite sea una pierna ortopédica que me ayude.

Vomitar apoyando las manos sobre el áspero muro de ladrillo y aspirar el desagradable olor de mis tripas, no me hace sentir vivo. Desde luego no es una sensación agradable. Pero lo peor de todo es que llevaba quince años sin vomitar, y pretendía morir sin volver a hacerlo. Es odioso que las cosas no salgan como te propones.

3 comentarios:

  1. Gracias por el tocho.

    ¿A qué te refieres con frustraciones concretas que han surgido en mi vida?
    Creo que lo que tú llamas "predisposición a obtener una actitud pesimista" para mí es simplemente una forma realista de ver la vida.
    Nunca he considerado que mi punto de vista sea negativo, ni pesimista; ¿qué es un punto de vista positivo? ¿un punto de vista con esperanza, con ilusión por el mañana, con ambición? Entonces llámame negativa, pero creo que no he aprendido a engañarme con esperanzas e ilusiones, mi vida carece de metas y no sé si algún día este aspecto cambiará.

    Supongo que algún día encontraré el sentido en medio de este caos, pero por ahora me divertiré viéndome en el suelo mientras reflexiono sobre cómo he acabado por odiar mi propia existencia.

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  2. cuando nos vamos de birras???


    charly

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